NOUVEAU LIVRE:



23 de agosto de 2002




Arrabal novela la modernidad

El dramaturgo español del movimiento Pánico,
adelanta algunas pinceladas de su nueva novela
 

ANA VILLALBA

Para Fernando Arrabal, la escritura tiene incertidumbre de ajedrez. El 10 de septiembre saldrá a la venta la novela número 13 de Fernando Arrabal, escritor, pintor y director de cine que nació en Melilla hace 70 años y reside en París desde 1955. Champagne para todos es «una novela dialogada sobre el panico (el avatar de la modernidad que creé con Topor)», anunció ayer Fernando Arrabal en San Lorenzo de El Escorial.

En ella ha invertido unas 13 horas al día en los últimos meses.«Para mí no es un trabajo; es como el ajedrez, es una serie de momentos irrepetibles, un momento de creación en el que no sé qué va a ocurrir. Vaticinar lo que voy a hacer mañana es imposible», dijo ayer en rueda de prensa.

Lo que sí parece fácil es saber que no está escribiendo teatro.«¿Por qué Víctor Hugo se hizo dramaturgo? Por las mismas razones que yo, porque se enamoró. Una obra de teatro es un flechazo.Cuando yo lo sienta, pues va a ser muy rápido. Si la obra es mala va a durarme un mes y si la obra es menos mala, pues me durará tres días», señaló.

Arrabal también añadió una no menos peculiar definición de la novela, y aseguró que ahora no está escribiendo ninguna. «Es como un matrimonio, muy largo, con sus meandros», apuntó en la sede de los Cursos de Verano de la Complutense. Además, confesó que escribir su biografía no sería tarea dura, porque todo lo que le ha ido sucediendo en la vida lo plasma en sus escritos y a los libros los considera como la biografía de cada uno.

El autor de La torre herida por el rayo y La dudosa luz del día no se considera director de teatro, porque sólo lo ha hecho en una decena de ocasiones y hay, según él, muchos autores mejores.Cree que hoy su escritura sea más luminosa

De su participación en el movimiento Pánico, Jodorowsky explicó que se trataba de un movimiento artístico porque Topor, Arrabal y él eran artistas. Si decidieron salir del surrealismo fue porque la política se lo estaba tragando y porque ellos sentían que se estaban ahogando con él.