1.- Los dramaturgos son especialistas de la obra de Wittgenstein. 1.1- Los análisis del "Tractatus logico-philosophicus" realizados por ellos (bajo seudónimo) se publican en revistas especializadas. 1.101- El "Tractatus" (escrito por Wittgenstein durante la primera guerra mundial) se presenta como una serie de tesis, subtesis y proposiciones numeradas según la nomenclatura que adoptaría medio siglo después la informática... (y que hoy yo adopto en este autorretrato). 1.102- Al "Tractatus" se le ha definido como "elegante, conciso y cristalino", como "la suma del positivismo lógico", como "un manifiesto místico", como "la obra teatral más genial del siglo" etc. 2- La primera tesis, "1.-", del "Tractatus" dice: "el mundo es todo lo que sucede" y la "6.13" : "la lógica no es una teoría sino una imagen reflejada del mundo." 3.01- Hoy se puede afirmar que las estructuras del lenguaje, del mundo y del teatro tienen la misma forma. 3.011- Sin embargo aquel que las analiza o las estudia sale de la escena, del universo y del lenguaje. 3.02- No existe una obra dramática original o un pensamiento singular sino un pensamiento consciente común.4.- Wittgenstein fue tartamudo durante una parte importante de su vida. (Tampoco está vedado a un dramaturgo chapurrear malamente la lengua en la cual escribe perfectos diálogos). 4.11- No existe ni un sólo acto teatral o fenómeno mental que pueda considerarse privado. 4.12- El teatro (como el espíritu) es común a todos los individuos. Todo hombre es un acceso al mismo y a la totalidad del mismo. 4.13- Sólo existe un teatro o un alma del mundo que llamaremos preferentemente "mi teatro" o "mi alma" y conformemente a ella nombraremos las almas de los otros. 4.1301- En "Tristan e Isolda" los dos amantes, juntos, cantan: "Desciende sobre nosotros, noche de amor/ Entonces yo mismo soy el mundo." Los amantes no dicen "nosotros" sino "yo". 4.14- La creencia en el "sí" mismo es el comienzo de todas las desgracias. "Yo soy el mundo" afirma el dramaturgo. 4.1401- "Mis altares (dice Byron) son las montañas, el océano, la tierra, el aire, las estrellas, todo lo que proviene del gran Todo que ha producido el alma y adonde el alma va a volver". 4.2- Si la obra de teatro ¡o el mundo! es una idea, no es la idea de nadie. 4.21- El acto de escribir y la obra escrita el acto de analizar y la cosa analizada, el observador y lo observado, el tema y el objeto son uno. 4.22- En vez de decir "yo pienso que" deberíamos decir "se piensa", como en "se estrella la brisa contra la montaña". 4.2201- "Los cantos me hicieron no fui yo quien los hizo" reconoció Goethe. 5.- Nada debe parecer arduo cuando se intenta "indicar" (y no "expresar"; ¡lo cual sería imposible!) lo que es en sí una obra de teatro. 6- Gracián opina, tan sólo, que debemos silenciar nuestro saber para no disgustar al "patrón" (hoy hubiera dicho al productor, al director, al empresario...). Es muy diferente lo que propone la séptima y última tesis del "Tractatus" wittgenstiano: "de lo que no se puede hablar, no hables".
Fernando Arrabal
* * *
Poco después de nacer africano, en Melilla, mi niñera... ¡pretendía ser nada menos que la reencarnación de Wittgenstein! La muy viciosa quería gozar de mi muerte a cal y canto. Era una heroinómana infanticida. ¡Me quería matar! Tenía un despertador que no marcaba las horas con cifras sino con asesinatos
La famosa (¡desgraciadamente!) niñera me siguió durante todas las etapas de mi vida:
mis primeros cuatro años en Melilla, los cinco siguientes en Ciudad Rodrigo, luego, hasta lo 23 años, en Madrid y, por fín hasta hoy, en París.
Para mí ha seguido siendo la niñera aunque los demás la hallan llamado doncella, ama de llaves, hegeliana, señorita de compañía, travestí de lupanar etc. Sólo apreciaba las perogrulladas homicidas. Me brindó este consejo para asustarme en cuanto aprendí a hablar:
- Te aseguro que sólo se muere... de no saber vivir.
Repetía las gamberradas a tumba abierta que le enseñaban precisamente los asirios. Se las aprendía de memoria para que le tocara la lotería.
En Ciudad Rodrigo, el día en que terminó la guerra civil, llegó corriendo con un violín y una tabla de logaritmos. Venía a envenenarme. La muy cobarde era incapaz de cometer con sus propias manos el infanticidio de su sueños. Me espetó:
- Te cambio mi violín de Ingres por la fortuna del padre de Wittgenstein.
A Espejo, una vecina de la frontera con Portugal donde yo vivía entonces, no le gustaban estas impertinencias. Cuando la oía cerraba los oídos y me mostraba sus pechos desnudos. Me escondía con ella en un armario del desván obscurísimo con las piernas por alto. Pero sin hacer ningún ruido. Estabamos muertos de miedo .
Siempre que en la calle alguien me hablaba de la niñera me protegía bajo un aguacero para que no me pillara desprevenido y me matara por la espalda. Por entonces ya nadie la aplaudía y menos que nadie Espejo. Salvo en los bailes del arrabal de Ciudad Rodrigo cuando la acompañaba, del brazo, su propio asesino.
Años después en Madrid la madre del Emperador -¡otra vulgar asesina a sueldo de la niñera!-, me paró junto una piscina:. En realidad era un aljibe "garantizado sin milagros" ¡por la descreída niñera! De un manotazo, dado mi don de gentes, me camuflé bajo un manto de telarañas con una madrileñita llamada Fantasía. Era casi igual que Espejo pero con la bolita aún más preciosa en la punta de cada uno de sus senos.
Creí que podría escapar a mi asesina (con sus matarifes) en París hasta la consumación de los siglos. Por las tardes dormía la siesta sobre la arena de una gruta junto al Sena teniendo cuidado con no aplastar a una parisiense llamada Imaginación. Me sofocaba tanto con ella que todo su cuerpo se cubría de fuegos fatuos que me electrizaban.
Un tipo rarísimo que se hacía llamar el Emperador me despertó planeando por el aire únicamente para hacerse el interesante y para mejor ametrallarme desde lo alto. En plan matón se encaró con Imaginación y conmigo; estábamos desnudos:
- Os aplastaré si no reconocéis la existencia de la filosofía por encima de los sentimientos y sensaciones. Para disimular ¡e intentar conquistar a Imaginación tatareó (Como si semejante prosa pudiera cantarse fuera del recinto de la ópera):
- Gracias a la "desprivatización" del intelecto todas la utopías pueden realizarse.
Para modernizar a la justicia la niñera se propuso absolver a mi futuro matón. Prohibió a los jueces que asistieran al "inminente" proceso de mi asesinato. Les ordenó que envíaran su veredicto por e- mail. Semejante degenerada no conocía siquiera a la Cucaracha- mensajera, mucho más segura.
Una mística (misteriosísima) me felicitó, durante una de mis estancias anuales en Nueva York, por mi cumpleaños. Ignoraba que, teóricamente, me quedaban unos días de vida.
La niñera no supo nunca que el nirvana lo había inventado el Arquitecto en un acuario lleno de ceniza.
La niñera, para matarme sin más problemas, organizó un referéndum (¡secreto!) para decidir la hora de mi ejecución. Así todos los votantes pudieron opinar sobre el tema sin que nadie lo supiera.
Apaciguado por Imaginación (de gran memoria, erudición, saber y con los labios del pubis llenos de paraísos terrenales), decidí hacer las paces con todos tras mi asesinato. Corté de cuajo así con el Señor Conflicto.
Me empezó a seducir la muerte. Y entré en capilla.
¡Hasta hoy!
(Llevo toda mi vida esperándola amparado y seducido por mi idolatrada Imaginación) ... |